miércoles, 1 de febrero de 2012

EN LA TORMENTA



Año 1545 de nuestro señor…..

En algún lugar del Atlántico …..


Sois vos, marino consagrado, de los que perseguís designios de grandeza, mas cuando el mar embravecido os implora que abandonéis vuestra absurda búsqueda del dorado, no desfallecéis y continuáis la sin razón en pro de la gloria.

Tras la tormenta viene la calma. Martín Gonzalo de Silva, hijo de modestos, erigido con corazón y plomo, combate a duras penas por escapar de un destino incierto. Inmersa esta la nave que comanda en lúgubres aguas traidoras, en medio de territorios malditos donde descomunales bestias marinas ascienden de entre las profundidades para volver a las mismas, tan solo después de abandonar pequeños resquicios de sangre y desolación.

Muy a pesar de los que se lamentarán, sois vos Don Martín, superviviente único en esta nao que arrumba sin destino conocido, perdida entre el naufragio y la melancolía, sin tripulación ni víveres tan siquiera con que calmar necesidades y soledad.

A lo lejos unas sombras de presagio hostil anuncian un nuevo reto, y es por eso que Martín resopla y se debate sobre la nueva estrategia a seguir. Las velas ya no tolerarán de nuevo el enviste de los enojados céfiros y por tanto habrá que des-izarlas y rendirlas a la espera de mejores aires y brisas.

El Aceroso Don Martín, después de estar sometido al rudo despertar provocado por la aterradora tempestad que se le avecina, lucha contra las inclemencias y se entrega a Dios, rogando por su alma y la de su desdichada tripulación.

Cuando el oleaje comienza sus entrometidos y desafiantes devaneos, Martín recuerda a la familia que dejo al otro lado, en tierra firme, y se traslada emocionalmente a aquellos confines que fueron, y quizás lo son aún, su anhelado hogar.

En la sinrazón de la tormenta, una monstruosa y estremecedora figura, irrumpe de golpe de entre la hervidera espuma mostrando sus fauces al mar. Martín grita desafiante, mas la bestia se aproxima más aún sin hacer atisbo alguno ante la insignificancia que le pretende hacer frente. La embarcación baila al son de una caprichosa marejada, que se eleva a violenta marejada a medida que el monstruo se acerca amenazante. Un bramido espeluznante estremece a Martín y logra que este se disponga en previsora salvaguardia blandiendo con fuerza su espada para afrontar un presunto y fatal desenlace próximo.

Cuando la criatura solo alcanza a rozar con su vientre la pequeña (comparativamente hablando) galera española, el ilustre capitán de navío vuelve a resoplar exteriorizando esta vez sosiego porque la muerte no lo llevo hasta ahora consigo. Aprovechando la oportunidad que le otorgo nuestro santo padre, magulla con la filosa la panza del animal mas este no suelta lamento alguno, y aunque reincide en sus intentos nada acontece. Es más, aquella piel parece dura como el metal y resuena, durante el contacto con el hierro de guerra, con la resonancia propia de los metales.

El cielo ruge sin duda en discordia porque insólitos pájaros como salidos del infierno atormentan con sus chillidos a las celestiales alturas. Y cada vez que aparecen, las tinieblas prosiguen al fuego y a la muerte. Evidentemente el noble caballero se encuentra perdido en lo más profundo del cruel averno.

Martín tiene miedo y esta confuso. A su alrededor irracionales estallidos sobre la bestia, acompañan el aleatorio vuelo de aquellos esbirros del demonio.

Don Martín clava su espada sobre la cubierta, hinca sus rodillas en modo de oración y reza.



Año 1968….

Durante el transcurso de unas maniobras militares norteamericanas.
A 60 millas náuticas al este de la isla de Cuba.


Carta dirigida al Alto mando Estadounidense.

AA Capitán General Swartson

En la mañana del 04 de Enero de 1968, a las 10.15 am., tras hacer las pertinentes revisiones previstas después del bombardeo táctico sobre el carguero pesado Orange, hemos observado resquicios en la zona de una embarcación de madera cuyas características no se identifican de modo alguno con ningún objetivo definido en el plan de maniobras.
Por ello, nos vemos obligados a abrir una no conformidad de acuerdo con las indagaciones realizadas. Para el cerramiento de esta no conformidad se debe estudiar con más detenimiento el origen de estos restos y en caso de posible negligencia abrir un expediente sancionador para el personal responsable.

Atentamente:
Teniente Max Tropiero
Agente de la A.S.N (Agencia de Seguridad Nacional)


El caso fue cerrado y sobreseído sin pesquisas previas que aclarasen el origen de los restos de madera.